Los focos de fuego en Tucumán, por quema de cañaverales, restos de cosecha y pastizales, fueron 1.604 en agosto y 1.541 en setiembre. Mientras que en el mes de octubre disminuyó a 900. En promedio, en los meses mencionados hubo 54, 52 y 30 focos diarios. El patrón de quema se repite y como en otros años las quemas mayores se registran en agosto-setiembre. Sin embargo, el dato de octubre no resulta despreciable pues demuestra que cerca del final de zafra las quemas siguen siendo preocupantes. Desde junio a fin de octubre de este año las quemas totalizaron 5464 focos lo que, en términos ambientales, sanitarios y de seguridad de bienes particulares resultan preocupantes como lo ha demostrado La Gaceta en sus notas sobre el tema, como proximidad de viviendas, problemas en las cercanías del aeropuerto, choque de vehículos, entre otros. Se recuerda que desde que comenzó la zafra hasta fines de agosto, que es cuando más se quema, se habían detectado 3023 focos de fuego equivalentes a 14.500 hectáreas quemadas. Esa cifra de hectáreas quemadas representó una emisión de 377 toneladas de partículas PM 2,5; más otros gases como metano y óxidos de nitrógeno con impacto directo sobre el ambiente y población. Varios estudios de química atmosférica han demostrado que ese valor de PM2,5 puede verse aumentado varias veces su valor debido a formación secundaria de partículas dentro de la columna de humo que se forma en la quema y que se eleva hacia la atmosfera. Es decir, el impacto en la calidad del aire local y regional puede ser mayor que solo lo que se calcula químicamente. La exposición a esos humos afecta la salud (riesgo respiratorio y cardiovascular), trabajadores y poblaciones cercanas; por eso las cifras de PM2.5, aunque ya preocupantes, podrían subestimar el efecto sanitario real si se considera transporte y formación secundaria.
Juan A. González
San Juan 158 - Lules